Sólo quiero
escribir lo mal, lo estúpida y lo ridícula que me siento.
Realmente no me
interesa que alguien lo lea, aunque curiosamente esta es la intención: que
alguien más aparte de mi se dé cuenta de que me está llevando la chingada y de
que siempre ha sido lo mismo, el mismo puto malestar por querer ser parte de
algo, ser parte de la vida de alguien más y lo más triste, que nadie más aparte
de los mismos de siempre, ya lo saben.
Me siento mal,
pero muy mal por pensar que en un futuro no muy lejano podría concretarse algo entre el niño que me gusta y yo,
pero no, son solo puras putas fantasías. ¿En qué momento se me ocurrió que
realmente algo podría pasar? ¿En qué chingado momento orillada por mi soledad,
pensé que realmente se podría dar algo más, un romance quizá?
Es un niño. Es
solo un niño descubriendo una vida que yo ya viví hace más de 12 años, soy yo
la que debe ubicarse en su actualidad, en su edad y que no puede, que no sabe
lo que tiene qué hacer o justamente porque sé que tengo que renunciar a esa
maldita y estúpida idea, me da miedo dejarlo ir y avanzar. ¿Qué puede pasar?
¿Qué es lo que voy realmente yo a ganar? Nada, no hay nada que hacer ahí. Lógicamente,
él, ahora en sus dulces 16 tiene que buscar y vivir las experiencias propias de
su edad y yo tengo que dejar de soñar y construir fantasías de un futuro en el
cual los dos podamos estar juntos, ¿cómo para qué? ¿Qué carajos voy a ganar?
Es justo igual
como cuando David me decía que lo esperara dos años, que dejara pasar dos años
y probablemente cuando yo ya estuviera lista, sería el momento. Bien me dijo mi
prima Rosa: “No te hagas ilusiones, no esperes esos dos años” pero aquí yo sola
me doy cuerda, busco quién aliente y sea cómplice de mi torcido sueño, de mi
podrido anhelo. ¿Para qué? ¿Qué caso tiene?
Me duele hasta el
alma ver que me siento como siempre me he sentido en esto del “amor”: patética,
estúpida, insignificante, llena de ilusiones, de dolores de un futuro que nunca
alcanza a concretarse y entre lágrimas me digo: “Todo va a estar bien, todo va
a salir bien. Ya llegará el indicado”, ¿pero cuándo? ¿Hasta que esté listo el
terreno? ¿Cuándo y cómo va a ser eso?¿Cómo me voy a dar cuenta? ¿Y si me da
miedo, y si lo dejo ir porque quizá siga yo encerrada en mis pinches fantasías
pendejas, esperando a alguien que no sienta lo mismo que yo?¿Y si me hago más
daño así? Creo que no he aprendido bien mi lección, ninguna de mis lecciones y
todas han tenido nombre. Hasta hoy caí en la cuenta de que estoy bajándome a
una edad en la que ya no puedo estar por más que me aferre a querer estar ahí,
en que estoy imaginándome pidiendo permiso a sus padres para que él y yo
podamos salir… en la que soy yo la que tendrá que estar pagando las cuentas
para poder estar juntos y no hablo de lo financiero, hablo de los costos sociales,
emocionales, sexuales, laborales, todo junto. Todo lo que eso podría conllevar.
Sigo detestando
mi cuerpo, mi manera de comer, de vivir, de ser… de verme al lado de él, de ver que el físico sigue siendo dispar, que
no hay nada que nos haga ver bien juntos, que yo no me siento cómoda al verme
baja, gorda y vieja, con acné tardío en mi cara cuando estoy al lado suyo. Sigo
estando sin querer crecer, sin querer avanzar y es eso lo que más me
aterroriza. Lo que más me atemoriza. No saber quién soy ni para donde voy o qué
chingados es lo que estoy haciendo.
Otra vez estoy
suplicando amor, otra vez estoy manipulando a mi favor para sentirme con poder
en todo esto, para disimular mi falta de control; otra vez estoy buscando
justamente en el lugar y con la persona equivocada, busco luz entre la
oscuridad, busco AMOR donde no lo hay, ni hoy ni mañana ni nada. No sé como lo
perciba él pero de algo estoy segura: no lo ve ni lo siente y tal vez ni lo
imagina del mismo modo que yo lo hago. Tal vez nunca lo hizo y yo malentendí
todo eso desde el principio. Eso es lo que más me duele, darme cuenta de eso,
que su vida lleva un proceso y la mía lleva uno diametralmente opuesto, que mi
camino va en otra dirección, menos en la de él. ¿En qué momento me empeñé en
querer tenerlo para mí? ¿No he evaluado los riesgos lo suficientemente bien?
Creo que no, creo que sigo siendo una puta fantasiosa que cree que todo va a salir
bien solo porque ella lo dice, solo porque yo lo digo y no es así.
El hecho de
descubrir que tiene una novia y que pasó toda bajo mis propias narices, que yo
no me di cuenta porque “no me pidió permiso” (como si tuviera que hacerlo) fue
lo que más me prendió, fue lo que más me enojó y lo que más me dolió es porque
quiere, porque la quiere, porque le gusta. Porque prácticamente con mi
berrinche de anoche y con mi tibia complacencia de hoy en la tarde, percibí
eso, que sí la quería, como que hoy le di la venía para poder andar con ella y
sentir que eso era lo que él estaba esperando, fue lo que más me dolió, porque
igual con mi “permiso o sin mi permiso”, él iba a seguir con ella. Eso fue lo
que más me pateó, lo que me reventó y me hizo sentir peor.
Yo a su lado no
soy más que una mujer joven que se siente muy vieja, que se ve muy vieja, que
se ve mal. El físico, la cara, la estatura, ¡carajo, todo! Eso es lo que más me
duele, que estoy tratando de recuperar una juventud que hace mucho tiempo ya
pasó y que este momento es otro, que es el momento en el que yo debería estar
logrando y consolidando muchos de mis proyectos POR MI Y PARA MI, no para él no
en función de él.
Lo peor, es que él nunca me dijo nada, nunca me prometió nada. No hay motivo alguno para que yo dijera: "me dio indicios", "me dijo que me quería". ¡La única pinche loca en todo esto fui yo, nada más! La única que se puso a hacer locuras, cosas tontas y a crear fantasías, a enamorarse y desenamorarse, la que lloró cuando se fue a otra escuela ¡fui yo! La única que hizo berrinches cuando lo vio con sus novias, la que sintió celos de su proceso de crecimiento, de enamoramiento, la que se hace daño a sí misma por todo esto, soy yo. Eso es lo que más puto coraje me da.Yo le ofrecí algo que él no me pidió, yo creí en algo que quizá él nunca imaginó, que nunca pensó y que solo percibió como un tibio intento de mi parte por aferrarme y querer a fuerzas ser parte de su vida. ¿Cómo reclamo, qué chingados reclamo? ¿Qué voy a pelear si de entrada ahí no hay nada, y por la edad, menos? La que rayaría en un delito sería yo. Yo sí tengo más que perder y eso es lo que no he evaluado con cabeza fría. ¿De qué chingados estoy hecha?
Renunciar a algo que nunca existió, esa es la peor parte. Romper el apego y por fin dejarlo ir. Tengo miedo de bloquear los canales del amor porque no sé cuales son ni qué tengo que hacer, no me quiero quedar en este pinche hoy, quiero salir, me quiero sentir mejor. ¡Quiero volver a sentir, a sonreír, a creer, a amar, a amarme a mí misma y no anteponer a nadie más!
Realmente estoy
mal, me siento mal. No sé qué hacer… tengo los recursos y no sé cómo usarlos,
me da miedo usarlos, me da miedo utilizarlos, otra vez ando buscando la aprobación
de los demás menos la mía. Dice mi terapeuta, no me doy el permiso, no me
permito ciertas cosas y no me estoy escuchando como debería. Otra vez quiero
vivir en función de los demás cómo siempre ha sido y que mi palabra sea ley y
orden en la vida de los demás. Qué equivocada estoy.
En fin, a ver qué
chingados pasa. Quiero llorar pero tampoco me lo permito, tal vez el próximo jueves
admita por fin lo que he estado callando justo desde hace más de dos años, que
fue el momento en el que me metí en esto: querer ser delgada a base de la
anorexia y verme más joven para él, en el momento en el que él crezca. Carajo.
Qué pena me doy.
Como siempre, yo termine haciendo una telenovela en mi cabeza, algo que él nunca sabrá... pues ya ni modo. La vida sigue, tiene que seguir. Yo tengo que seguir con mi vida hasta que todo vuelva a ser mejor para mí.